viernes, agosto 18

Muerte by "Niche"

Hay que morir con orgullo cuando ya no es posible vivir con orgullo. La muerte, elegida libremente, realizada a tiempo, con lucidez y alegría, rodeado de hijos y de testigos, de forma que todavía sea posible un auténtico adiós, al que asista verdaderamente quien se despide y haga una tasación real de lo deseado y de lo conseguido a lo largo de toda su vida; la muerte, así, se opone totalmente a la horrible y lamentable comedia que el cristianismo a hecho de ella. No le debemos perdonar nunca al cristianismo que haya abusado de la debilidad del moribundo para violar su conciencia, al igual que ha hecho con la forma de morir para emitir juicios de valor sobre el hombre y sobre su pasado.

Frenta a todos los prejuicios cobardes, hay que restablecer, antes que nada, la apreciación justa, es decir, fisiológica, de la que llaman muerte natural, que, en último término, no es más que una muerte "no natural", un suicidio. Nadie nos causa la muerte más que nosotros mismos. Sólo que se trata de una muerte en unas condiciones despreciables, una muerte no libre, una muerte a destiempo, una muerte propia de un cobarde. Por amor a la vida, habría que desear otra forma de morir: Libre, consciente, sin incluencia del azar, sin sorpresas.

Un consejo por último, a los pesimistas y demás decadentes. No podemos impedir el hecho de haber nacido: pero podemos reparar ese error -porque en ocasiones es un error-. Cuando un hombre se autosuprime, hace lo más estimable del mundo: con ello, casi se merece vivir... La sociedad, ¿qué digo?, la propia vida obtiene más ventaja de esto que de una "vida" en medio de renuncias, anemia y demás virtudaes; se libra a los demás del espectáculo de una esxistencia así, y se libra a la vida de una objeción...

El pesimismo puro, radical sólo se demostraría a si mismo si los pesimistas de autoeliminasen. Hay que dar un paso más en la lógica pesimista: no sólo negar la vida con "voluntad y representación" como dijo Schopenhauer, sino empezar negado a Schopenhauer... El pesimismo, dicho sea de paso, por muy contagioso que sea, no aumenta el estado de enfermedad de una época o de una estirpe en conjunto, sino que es la expresión de ese estado de enfermadad. Se contrae como el cólera: hay que estar predispuesto de una forma bastante enfermiza a contraerlo. El pesimismo no produce de suyo ni un solo decadente. Según datos estadísticos, los años en que el cólera causa estragos no se diferencia del resto en cuanto a la cifra total de mortalidad.

Friedrich Nietzche - El ocaso de los ídolos